martes, 16 de febrero de 2010

Algún lugar

Recuerdo aquel día, esperandote con una camisa de lino, era verano y el cesped y el cielo estaban tan secos, y de ese tono tan anaranjado, tan veraniego, el horizonte azul marino se juntaba en el cielo con el océano, y los niños reían al tirarse rodando colina abajo. Eran días tranquilos de verano. Y en el momento en el que una gaviota pasó por delante del pico del faro, una ola rompió en las rocas del muelle, y en el instante en el que la manilla de los minutos marcó las y cuatro y trentaisiete segundos, los rayos de sol alinearon nuestras siluetas, me miraste, te miré. Se oía una música de fondo, "somewhere over the rainbow", de kamakawiwo'ole, todo era perfecto.

Hoy he vuelto al lugar donde pasé la mejor tarde de mi vida. Era la misma hora y parecía el mismo sitio, pero sin embargo no había gritos de niños, ni gaviotas, la música se había apagado, y el banco estaba triste y solo. Pero corría la misma brisa, así que pensé que quizás te harías convertido en aire. Y una sonrisa se dibujó en mi rostro.

viernes, 12 de febrero de 2010

Decidí morir

La vida se convirtió en una rutina penitente que no acababa, en un montón órdenes y de obligaciones que no quería encarar, ecuaciones que no comprendía. Una mañana me levanté, en silencio la casa me devolvió la mirada, todo estaba pulcro y recogido, en silencio, la ropa planchada y doblada, y un olor a perfume lo inundaba todo, y en ese instante decidí que no quería vivir más, que el momento de morir había llegado. El agua rozó mis labios y de un trago el puñado de pastillas llegó a mi estómago. No tardé mucho en sentir cómo mis músculos se relajaban, mi visión cada vez más borrosa y mis parpados apenas resistían. Hasta que cerré los ojos.
La luz blanca lo inundaba todo, al principio tan solo eso, hasta que supe que me habían llevado a un psiquiátrico, los médicos me dijeron que me quedaba poco tiempo de vida, mi corazón no resistió la sobredosis, ¿años? ¿meses? no, sólo una semana. Pasaron los días, y me di cuenta de que en esas circunstancias no quería morir, no en tan poco tiempo, aún tenía algo pendiente, quería ver el mundo, ver un último amanecer, aún quería querer y ser querida por alguien. Me enamoré. Escapamos una mañana, con miedo y esa emoción que hacía a nuestros corazones latie más rápido, y sentíamos la adrenalina de estar más vivos que nunca. Quise aprovechar cada segundo de los días que me quedaban por delante. Y así lo hice.
Creer que iba a morir me hizo aprovechar los segundos que me quedaban y exprimir cada momento. Cada día se convirtió en un regalo.
Disfrutad de cada segundo.

¿Poquito o demasiado?


Cuando somos pequeños lo utilizamos como escusa para jugar un rato más, en realidad es eso, algo que no llegamos a comprender y que siempre estará ahí, sabemos que siempre estará. Vamos creciendo y al principio es los minutos que nos separan de salir de clase, de salir de fiesta, de ver a alguien especial, es las horas que nos quedan de estar en el instituto, de ser aún universitarios, los minutos que quedan para nuestra boda, los segundos que nos quedan para salir del trabajo y las horas que tenemos antes de levantarnos de nuevo y regresar. Se convierte en una rutina, porque en su torbellino nos encierra y nos ciega para que no nos percatemos de su valor. Los minutos de nervios antes de una gran decisión, los segundos antes de un esperado reencuentro, las amargas horas en la cama de un hospital, los longevos días antes de morir, los segundos de agonía que hoy sospecho eternos.
A veces ocurren acontecimientos en los que él tiene mucho que decir, simples coincidencias, peor si vuelves la vista atrás te darás cuenta de que tienes una vida tras de ti, tantos momentos que podrías escribir con ellos varias biblias, incluso más interesantes, tantas anécdotas, y un sinfín de cosas que sabes que has olvidado.
El tiempo nos acompaña desde siempre y por siempre, puede ser tu peor amigo o podéis aprender a llevaros bien, pues te dió la vida, y te la quitará, y tan solo de ti depende que lo aproveches o que dejes que se te escape como un puñado de arena entre las manos. Aprovechad el tiempo que se os ha dado, y hará de vosotros alguien de provecho.
Como dice mi madre " el tiempo es oro y el que lo pierde es bobo".