lunes, 25 de febrero de 2008

En el muelle...

Salió impávida al frío atardecer, con los ojos entornados comprendió que aquel horizonte en llamas era el mismo de ayer y sería idéntico al de mañana, descalza caminó hasta el muelle ahogado por las olas, y allí esperó hasta que el sol hundido en el océano fundió agua y arena en la oscuridad de la noche, la mar furiosa rugía en el muelle ensordecida por su propio grito, no sentía miedo por el mañana, lo que temía era el presente que se le escapaba a cada instante, desearía poder atrapar aquel momento en un frasco de cristal. Era un lugar vacío y gris, un corazón deshabitado que sólo que esperaba con la mirada clavada en el horizonte, y soñaría eternamente con el día en que llegara alguien para darle la mano y no abandonarla jamás. Lloró mientras le preguntaba a la luna si esperar merecía la pena, sin obtener respuesta más que el murmullo de las olas y el silbido del viento en sus oídos

Los peldaños de madera continuaban hasta la fina arena iluminada por la noche, avanzó hacia la mar, y sintió como una puñalada el agua helada en sus tobillos, caminó hasta que sus caderas se ahogaron en la marea, y hasta que sus hombros se hundieron bajo el mar embravecido.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ya te lo he dicho, tienes talento. Lo que no te he dicho aún, y siento tener comunicártelo, es que tienes mucho talento. No dejes de escribir.