sábado, 2 de enero de 2010

¡Oh! blanca navidad


Comienza el 2010, y como cada nuevo año nos afanamos en felicitarnos porque en vez de un 9 ahora escribiremos un 10, aunque sepamos que la navidad consistirá en una serie de comidas obligadas con amigos que hace mucho que no veo, y a veces prefiero ni ver, en familiares con caras largas que critican a otros no presentes y que se critican entre ellos, y en fiestas, de nuevo obligadas aunque sepamos de antemano que la mejor noche es aquella que surge de forma espontánea y sin ser planeada. También le dedicamos largas sesiones de reflexión a pensar lo estupendo o lo malo que fue este año, y lo mucho peor que será el siguiente, aunque sepamos que la naturaleza no entiende de números, que las tormentas no se toman las uvas, y que si esa nochevieja tiene que haber un temporal lo habrá, aunque tu te hayas gastado no se cuantos euros en un vestido, por que sí.
La navidad, año tras año, ha ido perdiendo todo el encanto que algún día, en mi infancia tuvo, porque creo que además de desconocer la verdadera identidad de los reyes magos, y que papá Noel era en realidad un inmigrante ilegal con barba postiza, no entendía los sutiles insultos y amenazas que mi familia se lanzaba, entre gamba y canapé, como si de un ritual navideño más se tratara, cada 31 de Diciembre a las doce menos cuarto, justo antes de que una rubia operada, pagada por la tele pública, se comiera doce uvas y brindara con champán del francés embutida en un trozo de tela cosido por un tal Armani.

2 comentarios:

Sally dijo...

"Las tormentas no se toman las uvas". Me gusta. (los italianos tampoco se las comen ;-)
Muy de acuerdo en casi todo lo que dices excepto en una cosa: las intenciones de principios de año. Nunca es mal momento para hacer un recuerto de marcadores y plantearse nuevos objetivos. Y si es en Navidad, ¿por qué no?

Ego Ipsa dijo...

el vestido era de Versache :P