viernes, 12 de febrero de 2010

¿Poquito o demasiado?


Cuando somos pequeños lo utilizamos como escusa para jugar un rato más, en realidad es eso, algo que no llegamos a comprender y que siempre estará ahí, sabemos que siempre estará. Vamos creciendo y al principio es los minutos que nos separan de salir de clase, de salir de fiesta, de ver a alguien especial, es las horas que nos quedan de estar en el instituto, de ser aún universitarios, los minutos que quedan para nuestra boda, los segundos que nos quedan para salir del trabajo y las horas que tenemos antes de levantarnos de nuevo y regresar. Se convierte en una rutina, porque en su torbellino nos encierra y nos ciega para que no nos percatemos de su valor. Los minutos de nervios antes de una gran decisión, los segundos antes de un esperado reencuentro, las amargas horas en la cama de un hospital, los longevos días antes de morir, los segundos de agonía que hoy sospecho eternos.
A veces ocurren acontecimientos en los que él tiene mucho que decir, simples coincidencias, peor si vuelves la vista atrás te darás cuenta de que tienes una vida tras de ti, tantos momentos que podrías escribir con ellos varias biblias, incluso más interesantes, tantas anécdotas, y un sinfín de cosas que sabes que has olvidado.
El tiempo nos acompaña desde siempre y por siempre, puede ser tu peor amigo o podéis aprender a llevaros bien, pues te dió la vida, y te la quitará, y tan solo de ti depende que lo aproveches o que dejes que se te escape como un puñado de arena entre las manos. Aprovechad el tiempo que se os ha dado, y hará de vosotros alguien de provecho.
Como dice mi madre " el tiempo es oro y el que lo pierde es bobo".

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