jueves, 4 de marzo de 2010

Beneficio sin oficio


A veces la vida me parece un engaño, una trampa para los pobres tontos que se dedican a vivirla, pues golpeados continuamente por ésta, terminan sufiriendo con la existencia no pudiendo ya distinguir ni bien ni mal, deber, placer u obligación. Desorientados buscamos en ella algo que perdido brilla oculto en varias cosas, la felicidad se esconde aparentemente en cada meta, pero es más rápida que nosotros. Y cuando parece que la alcanzamos, vuelve a desaparecer.
La vida en nuestros días se ha complicado mucho, y bajo la capa de maquillaje que esconde un estómago lleno y unos cuantos euros en el bolsillo, encontramos almas demacradas, ojos que ya se han secado de tanto llorar, y corazones que sangran día a día. Me pregunto si habrá un día en el que la Tierra sea un lugar justo para vivir y no un caramelo que hay que aprender a tomar, aprender a pelar, aprender a chupar, por qué simplemente no podemos disfrutarla sin más, como un úlimo día para vivir, o como un último momento para amar todo lo que somos, y no lo que podemos llegar a ser. ¿Por qué nos enseñan a trabajar en lugar de enseñarnos a disfrutar con lo que hacemos? Porque hoy en día lo que cuenta ya no es el oficio, tan sólo el beneficio.

2 comentarios:

Sally dijo...

La vida no es un engaño, es una suerte. Pero quizás no la valoramos demasiado hasta que la sentimos amenazada. Tenemos las necesidades primarias cubiertas pero las emocionales no. Un viaje a India, por ejemplo, puede ser un buen revulsivo. Todo el que va regresa cambiado y con otro sistema de valores. Y coinciden en una cosa: allí son pobres, muy pobres, pero son felices y capaces de emocionarse con las pequeñas cosas. Algo tendremos que aprender. Un saludo

deMónicamente dijo...

eduardo:
coincidimos al pensar que no es más feliz, quien más tiene.
pero, este mundo, facilita las cosas con unos billetes en el bolsillo...aunque, sé que todos nos iremos de aquí con lo puesto.

kissesssss
http://www.conmonicamente.blogspot.com/