jueves, 6 de diciembre de 2007

Dependencia



La sed se adentra en las entrañas de la tierra, el humo se cuela por el ojo de la cerradura y frente a mi el líquido reluce a la espera de ser ahogado en mi garganta reseca. Apenas tres metros me separan del cristalino objeto de deseo, dos, un palmo y mis dedos se retuercen en torno a su cuerpo traslúcido y frágil, en su interior el alma roja parpadea, rozo mis labios con su perfume y dejo que mi boca se ahogue en el fuego que me atraviesa la garganta como una lanza, mientras el vapor asciende y en mi cabeza escucho un eco repetitivo, mil martillos contra mi sien, y suelto el vaso ya vacío para hacerse añicos en el suelo que ahora da vueltas a mi alrededor, me siento el ser más libre del universo y a la vez el más estúpido. En este momento de confusión contemplo mis manos ensangrentadas y la realidad vuelve a derrotarme...lo echo de menos, como los desiertos echan de menos la lluvia.

"Después del primer vaso ves las cosas como te gustaría que fueran, tras el segundo las ves como no son en la realidad, y después del tercero las ves tal como son, y eso es lo peor de todo." Oscar Wilde

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Parece una canción de Norah Jones, pero en prosa

Estoicolgado dijo...

valido para todos los campos... me gusta, me gusta...