El suave tintineo de la luz reflejada en los cristales, esa luz mágica que desprendías, y ese baile suave y dulce que no cesaba; me relajaba mirarte en las noches cuando las luces se apagaban y solo brillabas tu, en medio de la soledad , solía quedarme durante horas observándote, y ese brillo que mis ojos reflejaban no era otro que el de la tristeza de verte cada día más consumida, más vieja y más diminuta, eras la misma pero sabía que no vivirías mucho, que morirías en cualquier instante de un portazo, un soplo de viento te apagaría, o que el propio tiempo te arrebataría la llama que latía entre la cera fundida por el ardiente fuego, o quizás seré yo el que de un suspiro acabará con tu vida; hoy recuerdo como eras la primera vez, y te veo ahora, derretida por el tiempo y me siento triste, triste por que mi vida sea como tú, que se agote poco a poco y que pueda apagarse en cualquier instante.
lunes, 13 de octubre de 2008
A la luz de una vela
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